"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

martes, 17 de octubre de 2017

¿Primeras salidas nocturnas de tu hijo?



Este decálogo te ayudará a planificarlas

La libertad y la autonomía son competencias que el adolescente debe construir progresivamente respetando las normas y los acuerdos alcanzados con sus padres. Para planificar las primeras salidas nocturnas del hijo adolescente la CONCAPA (Confederación Católica Nacional de Padres de Familia y padres de Alumnos) propone el siguiente decálogo de actuaciones:

1. Partir de una posición de coherencia entre los padres
Independientemente de la situación de la pareja (incluida la circunstancia de que los progenitores se encuentren separados o divorciados), vosotros debéis adoptar una posición común y coherente antes de dar el paso de hablar con vuestro hijo o vuestra hija de sus primeras salidas nocturnas. En caso de desacuerdo, debéis alcanzar algún nivel de compromiso que os permita enviar un mensaje claro y consistente al adolescente.

En este asunto no caben las posturas ambiguas ni la inhibición porque son los padres, ambos padres, los que deben dar el permiso para salir de noche. Esto incluye también el resto de los aspectos a establecer en la preparación de esas primeras salidas.

La educación es una responsabilidad que debe ser asumida de forma conjunta y cooperativa por ambos progenitores y, en situaciones que exigen decisiones firmes como las que nos ocupan, es imprescindible que además sean coherentes.


2. Crear las condiciones más adecuadas para el diálogo

El peor error que se puede cometer consiste en ir posponiendo las decisiones para abordarlas unas horas o unos minutos antes de la salida. Ten la certeza de que esos mensajes de última hora (“¡No bebas!” “¡Vuelve pronto!”) no tienen ninguna utilidad e incluso pueden ser contraproducentes. Si queremos dialogar, es imprescindible plantearlo con suficiente antelación. Para ello, tienes que hacerle saber a tu hijo o hija de forma directa y explícita que es preciso hablar sobre este asunto: “Queremos hablar contigo sobre la salida que quieres hacer el próximo fin de semana”.

De igual modo, es muy importante elegir un buen momento para hablar, un momento en el que tanto padres como el adolescente estéis tranquilos, poco ocupados y dispongáis de tiempo suficiente para dialogar con serenidad. Podéis también proponerle que sea él quien proponga un día y una hora que os venga bien a todos. Otra opción interesante es la de establecer en la familia determinados momentos fijos a la semana para la comunicación. Esto permitiría que, con una frecuencia regular, todos los miembros podáis dialogar (una comida, un paseo, etc.) y, sin duda, sería un contexto idóneo para tratar el tema de las salidas nocturnas.

Por tanto, no debemos dejarlo todo a la improvisación sino facilitar el diálogo propiciando los momentos de encuentro para la comunicación y disponiendo del tiempo y las condiciones necesarias para hacerla posible.

3. Establecer una buena comunicación
Si de verdad deseáis gestionar de forma razonable y eficaz el reto que representan las primeras salidas de tu hijo, es fundamental debatirlo con calma para captar todo lo que él o ella quiere expresaros con sus palabras y su comportamiento. Ten en cuenta que, para comprender a un adolescente, hay que ir más allá del lenguaje verbal y prestar especial atención a lo que transmite con su lenguaje no verbal: miradas, posturas, gestos, emociones, silencios…

Además, cuida tu manera de hablar: haz preguntas abiertas y no preguntas cerradas donde sólo pueda contestar “sí” o “no” (por ejemplo “¿Qué piensas de ese lugar al que vais?” “¿Cuál es tu opinión sobre esa chica?”). Evita los discursos largos que pueden ser percibidos como moralizadores. Expón sinceramente tus preocupaciones utilizando el “yo”, porque así podrás expresar lo que piensas y sientes y tu hijo percibirá la autenticidad de tu exposición. Evita las descalificaciones, los reproches, y las acusaciones (“Ya se sabe lo desastre que eres”, “Tú eres un ingenuo”, “Temo que te metas en algún lío como siempre…”). Ten la seguridad de que un diálogo entre un acusador y un acusado está condenado al fracaso.

Manifiesta tu interés por las expectativas que el joven tiene en esa salida. Tu hijo necesita saber que su mundo, sus amigos y sus intereses son importantes para ti. Pregunta también acerca de los planes que conlleva la salida en sí procurando no ser demasiado indiscreto.

Exprésale claramente el comportamiento que esperas de él. Tómate el tiempo necesario para explicarle claramente sus peticiones y sus deseos y verifica que el mensaje ha sido comprendido tal y como tú quisiste transmitirlo. Es clave evitar confusiones y malentendidos.

En resumen, la comunicación conlleva una apertura al otro y un intercambio recíproco. Ambas partes debéis tener capacidad para expresas vuestras ideas, dudas y deseos y, a su vez, escuchar los del interlocutor. La escucha activa es una técnica que puede ser de gran utilidad.


4. Permanecer firmes ante un eventual chantaje emocional
Es frecuente que, si tu hijo o hija no obtiene de forma inmediata lo que desea -dejarle regresar a una determinada fiesta-, recurra al chantaje emocional: “Eres un mal padre (o madre)”, “Lo que pasa es que no tenéis confianza en mí” o la frase definitiva de “A los demás sí les dejan”. De ahí que uno de los principales retos a los que deberás enfrentarte es resistir el chantaje emocional que suponen este tipo de argumentos.

En primer lugar, es preciso que permanezcas firme en tus proposiciones y racionalices el tema. Para los adolescentes, la cuestión de la normalidad es importante; lo que ellos consideran “normal” tiene una gran influencia sobre sus opiniones y sus decisiones. Sin embargo, no siempre esa valoración de normalidad que les presentan tiene una base real; si profundizas un poco, comprobarás que “todos los demás” no son en ocasiones más que determinados amigos especialmente relevantes para él o ella.

De cualquier forma, aunque fuera cierto que otros padres lo autorizan, no debes sentirte cuestionado ni empujado a aceptar determinadas decisiones que no compartes. Las pautas educativas, las normas y los límites no tienen por qué ser los mismos en cada hogar. Tu hijo debe aprender que las reglas de juego pueden ser distintas en una u otra familia, además, recuerda que son los padres los responsables de tomar la disposición final. Vosotros debéis adoptar vuestras propias decisiones, procurar que sean equilibradas y ser consecuentes en su cumplimiento.

Resulta muy recomendable mantener cauces abiertos de comunicación con los padres de los amigos de tus hijos y tratar de establecer posibles alianzas y pautas compartidas de actuación con ellos. De este modo, si no se logran acuerdos plenos en cuanto a las condiciones de la salida, al menos pueden compartir información y reducir las disonancias entre los mensajes que se envían a los distintos miembros del grupo de adolescentes.

5. Desarrollo de las salidas: poner normas y límites
Un aspecto fundamental es conocer lo más posible el desarrollo de la salida. Para ello, plantea a tu adolescente que te cuente qué va a hacer. Si no tiene nada previsto -algo relativamente frecuente-, pregúntale sobre el lugar o lugares a los que va a ir y las personas con las que va a salir.

Puede que las informaciones que te dé no sean claras. En ese caso, pídele que sea preciso. Si, a pesar de todo, tienes dudas sobre el lugar y las condiciones de la salida, no dudes en hablar con los padres de sus amigos tras haber advertido, eso sí, a tu hijo o hija de tu intención de hacer ese contacto.

Tan importante como conocer las actividades que piensan realizar durante la salida es conocer el ambiente en el que se va a producir, porque de este modo podremos anticipar posibles situaciones de riesgo a las que nuestro hijo o hija va a estar expuesto. Toda la información recogida facilitará el proceso de negociación con tu hijo o hija acerca de las normas y límites necesarios para la salida. A partir de ahí, trata de que las reglas sean razonables, claras y seguras, y ten la suficiente flexibilidad para ir adaptándolas si fuera necesario.

Ten en cuenta que, aunque para tu hijo éste será la única y la mejor forma, no existe ninguna salida ni fiesta imprescindible ni irrepetible.

6. Negociar la hora de regreso a casa
La hora de regreso a casa es sin duda el más representativo de los conflictos que generan las primeras salidas nocturnas de los adolescentes en el hogar. De hecho, esta decisión centra muchas discusiones entre padres e hijos adolescentes; pero, como todas las cuestiones educativas, no admite soluciones simples. Comenzando porque la visión del mundo y de los hijos que tienen los padres constituye el principal punto de partida. Dicho de otro modo, el establecimiento de un horario más limitado o más amplio y la flexibilidad con que se administra no es más que uno de los indicadores que reflejan las pautas educativas que estás siguiendo con tu hijo o hija adolescente.

Cada familia tiene la potestad de establecer éste y otros límites relacionados con la educación de sus hijos en el ejercicio de sus competencias parentales. Pero hay tres premisas que conviene fijar:
 
La primera premisa que debe quedar clara es la necesidad de que los padres, de forma negociada siempre que sea posible, establezcan horarios de regreso a casa. No pienses que inhibirse es más neutro o más democrático; al contrario, las ambivalencias y los silencios son otra forma de enviar mensajes a tu hijo, sólo que en este caso el mensaje será de permisividad y desinterés y perderás una ocasión extraordinaria de apoyarle en su proceso de autonomía.



La segunda premisa es que los horarios, como cualquier otro límite, deben ser estables, sin que ello impida que puedan modificarse ante acontecimientos o circunstancias especiales.
La tercera es que los horarios deben plantearse de modo progresivo y deben irse modulando en función de dos aspectos fundamentales: la edad y madurez del adolescente y el grado de cumplimiento de los compromisos adquiridos en las salidas anteriores. Estaríamos hablando, pues, de una independencia por etapas.

En resumen, los horarios deben ser razonables, negociados con los hijos siempre que sea posible, adaptados a la edad, las características de cada adolescente y otras circunstancias objetivas (nivel de seguridad de la zona por la que va a moverse durante la salida, existencia o no de transporte público, época vacacional o de estudio, etc.). Además, deben ser progresivos en función de su maduración y el cumplimiento de sus compromisos.

Llegados a este punto, no podemos dejar sin respuesta algunas de las cuestiones que constantemente plantean los adolescentes a los padres para poner en evidencia lo arbitrario e incluso lo irracional de sus propuestas: “¿Qué voy a hacer a las 00h que no pueda hacer a las 18h?” o “¿Qué más dan las 23.30h que las 00h?”. Estas preguntas inciden directamente en el porqué de la existencia de los horarios, en la hora en la que se fija el regreso y en la razón de su estabilidad. Veamos algunos argumentos.

¿Por qué establecer límites horarios?
En primer lugar, la existencia de los horarios tiene que ver con la necesidad de establecer normas y límites. Estos están dirigidos, como se exponía en el punto anterior, a garantizar la seguridad, el autocontrol y el manejo de una vida saludable del menos. Y, en última instancia, bien gestionados contribuirán a mejorar la eficacia educativa de la disciplina en su proceso de socialización.

En efecto, los horarios fijados deben permitir compatibilizar la práctica de sus actividades de ocio con el mantenimiento de un estilo de vida saludable, de forma que se minimicen los riesgos a los que se pueden ver sometidos los adolescentes y se posibiliten el adecuado descanso y el desarrollo de sus obligaciones o aficiones (estudio, deporte…). Todo ello sin olvidar que las salidas nocturnas no deberían alterar la convivencia ni la dinámica familiar habitual (horarios del resto dela familia, comer todos juntos, etc.).

Aunque a veces pasen desapercibidos al ser comparados con las amenazas externas, no deberían ignorarse tampoco todos los aspectos que inciden en la salud del adolescente. Uno de los ejemplos más evidentes es el sueño. No olvidemos que están viviendo un proceso de maduración y un tiempo de sueño suficiente es la primera condición para el desarrollo físico y psicológico de los adolescentes. Un tiempo de sueño suficiente es muy importante para la salud, el crecimiento y la capacidad de aprender. Lamentablemente, no todas las familias dan la misma importancia a las necesidades de sueño de los adolescentes; pero debemos saber que un preadolescente de entre 12 y 13 años tiene unas necesidades de sueño de unas 9 o 10 horas y uno de 14 entre 8 y 9.

¿Por qué fijar una hora concreta y estable de regreso?
Abordemos, en segundo lugar, el asunto de la hora concreta de regreso y el porqué de su estabilidad. A menudo las familias piden disponer de una tabla de equivalencias entre las edades y las horas de regreso que sean de utilidad para todas las familias y todos los adolescentes y jóvenes. Pero establecer límites horarios adaptados a la edad no es una tarea sencilla y seguramente resultaría inviable. Es una decisión compleja sobre la que inciden numerosos factores que no pueden equipararse: desde los valores y modelos educativos de las familias hasta las edades y el grado de madurez de los adolescentes pasando por los tipos de población y las zonas de residencia.

Diferentes autores e instituciones han establecido valores indicativos, en función lógicamente de sus criterios propios y los de su entorno sociocultural. Todos estos valores se han visto superados por los datos reales de las estadísticas. Son precisamente estas estadísticas las que deberían obligar a muchos padres a reflexionar y revisar sus criterios educativos al respecto. Mírese como se mire, no es razonable que, como se exponía anteriormente, el 63,7% de los adolescentes de 14 años haya regresado a casa en su última salida después de las 00h y las 2h de la madrugada. Como tampoco lo es que a los 16 años un 57,9% regrese después de las 2h de la madrugada.

Por tanto, estos datos ponen en evidencia que muchos padres de nuestro país deberían replantearse seriamente este asunto y comenzar a negociar con su hijo o hija adolescente unas horas más racionales de regreso a casa. En esta negociación es fundamental que tengan en cuenta las propuestas del propio adolescente y los argumentos que esgrima para justificarlas, porque ahí encontrarán muchas claves de interés. Es cierto que una hora exacta no es fácil de determinar y debe estar abierta a revisión, pero no podemos subestimar su valor como referente educativo. Para lo mismo con los 15 o 30 minutos de retraso; podríamos coincidir en que esos minutos no tienen importancia en sí mismos, pero hay que recordar de nuevo que nos encontramos en un escenario de aprendizaje donde se trata de cumplir acuerdos y compromisos adquiridos. Lógicamente, si no fuera posible negociarlos, les correspondería a los padres definirlos.

Hay que insistir: todo lo expuesto no significa que la hora establecida no se pueda revisar y flexibilizar puntualmente en función de las circunstancias excepcionales. Pero el valor referencial intrínseco de la hora de regreso es importante y necesario para todos: para el adolescente, porque le da la posibilidad de administrar sus tiempos y aprender a regular su conducta más allá de sus deseos; para los padres, porque les permite también ordenar la vida familiar y les facilita su compleja labor de protectores y administradores de límites.

A medida que los hijos vayan cumpliendo sus compromisos y mostrando un mayor grado de responsabilidad, se podrán ir ampliando progresivamente los horarios hasta alcanzar aquel novel que se considere irrenunciable, puesto que lo que se pretende en última instancia es que los chicos se responsabilicen de sus propias acciones y decisiones.

7. Utilizar un medio de transporte seguro
Un tema que debes abordar con tu adolescente antes de una salida nocturna es sin duda el del transporte de regreso a casa. Ante todo, recuérdale que no debe subir bajo ninguna circunstancia al vehículo de un desconocido. Tampoco si el conductor ha bebido alcohol o consumido otras drogas. Lo más recomendable es utilizar un medio de transporte público (en algunas ciudades existen incluso medios de transporte público disponibles las noches de los fines de semana).

Otra estrategia, cada vez más extendida si va con familiares o amigos que disponen ya de permiso de conducir, es lo que se denomina el “conductor designado” o “conductor alternativo” que consiste en que un miembro del grupo se compromete a no ingerir alcohol ni ningún otro tipo de sustancia tóxica para garantizar la seguridad del resto del grupo.

En caso de que surjan dificultades imprevistas para organizar el traslado de regreso, indícale que te llame para que puedas intervenir de algún modo o salir a buscarle. Si finalmente deciden que pase la noche en casa de un amigo, comprueba con un adulto responsable dónde y en qué condiciones pasará la noche.

En términos generales, el móvil es un instrumento de gran utilidad para gestionar cualquier imprevisto que pueda surgir en la noche por lo que debes recomendar a tu hijo o hija que lo mantenga encendido y que no dude en hacer uso de él siempre que lo precise.

8. Negociar normas claras en relación con el alcohol y el dinero
Cada vez más adolescentes y jóvenes se emborrachan durante el fin de semana. El consumo de alcohol, y más aún si se hace de forma compulsiva hasta la embriaguez, es muy perjudicial para los adolescentes; como padre o madre estás obligado a usar tu influencia para incidir sobre el comportamiento de tu hijo adolescente en materia de consumo de alcohol y a prohibir su consumo. Habla con tu hijo sobre las consecuencias de la ingesta de alcohol.

Al igual que en los demás puntos de este decálogo, debes negociar con tu hijo o hija las reglas relativas al consumo de alcohol durante sus salidas de fin de semana, partiendo de un hecho incuestionable: en nuestro país la ley prohíbe la venta y el consumo de alcohol a menores de 18 años. De igual modo, todos los expertos de la OMS y demás organismos oficiales consideran que en menores de 18 años cualquier consumo de alcohol, por pequeño que sea, resulta siempre desaconsejable.

Otro aspecto que puede ser objeto de negociación de cara a las salidas de fin de semana es el que se refiere a la disponibilidad del dinero de bolsillo. Los niños y los adolescentes aprenden a administrar el dinero sólo si pueden disponer de pequeñas cantidades con carácter regular. Aunque en nuestro país no es una costumbre mayoritaria -un reciente estudio apunta a que el 62% de los adolescentes no recibe asignación mensual ni semanal-, los expertos consideran útil dar una paga sin asociarla con condiciones. Administrar esa cantidad fija semanal o mensual con la cual debe afrontar gastos diversos (salidas, pequeñas compras, transportes…) les facilita también la asunción de responsabilidades. Evidentemente, la cantidad se debe corresponder con el presupuesto familiar y debe adaptarse a la edad y las aptitudes del adolescente para hacer un uso adecuado del dinero.

9. Transmitir información sobre los riesgos

El noveno punto de este decálogo incide en la necesidad de transmisión de información acerca de los riesgos que entraña el consumo de alcohol y otras drogas así como las circunstancias en que éste se produce. En este sentido, los padres deben ser realistas y modestos. No está en sus manos suprimir totalmente los riesgos, aunque sí trabajar para crear un contexto susceptible de disminuirlos: dándoles informaciones que les ayudarán a hacer elecciones acertadas, favoreciendo la adquisición de competencias que les permitirán mejorar su comportamiento y ayudándoles a tomar conciencia de las consecuencias de sus decisiones personales. Una vez más hay que recordar que se trata de una tarea educativa que requiere un trabajo a medio y largo plazo.

10. Finalmente, abordar el problema como una cuestión de confianza
La síntesis de todos los puntos anteriores podría ser que tu hijo adolescente necesita tener personas alrededor en quienes confiar, que le quieran incondicionalmente aunque se equivoque o se salte las normas, que le pongan límites para que aprenda a evitar peligros o amenazas, que le sirvan de modelo en su comportamiento, que deseen que aprenda a desenvolverse solo para ayudarle a crecer; personas con las que comunicarse para contarles todo aquello que le asusta o le inquieta, para reconocer sus emociones y expresarlas con la seguridad de encontrar apoyo. Ante el problema que suscitan las salidas nocturnas de fin de semana, todas estas consideraciones son válidas.

En cuanto a tu tarea como padre o madre, la hemos resumido en una búsqueda constante de equilibrio entre las legítimas aspiraciones de autonomía de los adolescentes y las no menos legítimas obligaciones de proteger y cuidar a los hijos que tenéis los padres. Este equilibrio se ha sustentado fundamentalmente en el pilar de la negociación considerando que esta técnica educativa está tan lejos de la imposición como de la claudicación. Por tanto, negociar supone eliminar de nuestro vocabulario ese “¡Aquí no se habla más!”, pero sin que eso suponga renunciar a establecer unas reglas que consideramos ineludibles para su seguridad.

Ahora bien, dicho todo lo anterior, la clave para abordar adecuadamente el tema que nos ocupa es tratarlo como lo que es: una cuestión de confianza.
Por: Redacción | Fuente: Religión en Libertad





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lunes, 16 de octubre de 2017

Educa en la Fe a tus hijos antes de que el mundo los “deseduque”.



La educación en la fe es un tema que para muchos ya está pasado de moda o es de poca importancia, sin darse cuenta de que de esto depende la salud espiritual de nuestros hijos y la tranquilidad que puedan tener a lo largo de su vida, ya que les puede permitir tomar las cosas que se les van presentando con sabiduría y tranquilidad, confiando en la providencia y misericordia divina; o las pueden tomar con angustia y estés, como lo hace la mayoría.
Por eso aquí les dejo mis 5Tips para educar a nuestros hijos en la Fe.
PRIMERO. Siempre es mejor desde pequeños.
La mejor educación es la que se recibe desde que los niños tienen conciencia ya que la van viviendo cotidianamente y esto hace que los conocimientos se queden impregnados en el alma de nuestros hijos. Lo mismo pasa con las cosas de la Fe.
Es importante que desde pequeñitos los acostumbremos a ir a la Iglesia, no importa que hagan un poco de ruido y debemos enseñarles como se deben comportar en misa para que poco a poco logren estar tranquilos.
Es bueno también buscar alguna Iglesia en donde haya misa para niños ya que en este tipo de misas las personas que asisten ya saben que encontrarán ruidos, llantos y juegos de los niños y puede ser más fácil para nosotros.


También es muy bueno que desde pequeños enseñemos a nuestros hijos a personarse y algunas de las oraciones básicas como el Padre Nuestro o el Ave María. Para esto existen ahora publicaciones con dibujos grandes y representativos para que nuestros hijos asocien esas imágenes con lo que les vamos diciendo.
Cuando mis hijos eran pequeños hasta les imprimíamos las imágenes y se las dábamos para que la iluminaran mientras rezamos el Rosario.
SEGUNDO. Edúcalos con el ejemplo.
Esto es muy importante ya que la Fe que no es coherente en lugar de educar, fauna a nuestros hijos.
Es importante que aprendan de nuestras acciones más que de nuestras palabras.
Y nuestros hijos nos observan todo el tiempo; observan como reaccionamos ante los problemas, observan que hacemos ante las dificultades y se dan cuenta cuando ponemos a Dios al frente de nuestra vida y le sedemos nuestro tiempo.
Es importante que seamos congruentes para que nuestros hijos vivan la Fe.
TERCERO. También en la adolescencia.
Este punto es algo controvertido ya que hay muchas personas que dicen que cuando los hijos llegan a cierta edad entre los 14 y 18 años, es necesario dejarlos libres para que ellos escojan en que quieren creer; sin darse cuenta que es precisamente a esta edad cuando nuestros hijos adolecen de una conciencia clara.
Es aquí cuando debemos redoblar las enseñanzas en cuestión de Fe y sobre todo las vivencias de una Fe encaminada a hacer la Voluntad de Dios.
Así podrán decidir después, con una conciencia bien formada, que estilo de vida quieren tener.
Si la influencia de los amigos es tan fuerte, busca que tengan amistades afines a su forma de vivir y de pensar.
Es importante que busquemos que nuestros hijos se desarrollen en un ambiente adecuado y propicio para la vivencia de valores y de la Fe como tal.
Con mis hijos tenemos varios círculos de amistades y ellos ya saben distinguir cual es cual. Esto es muy válido y nos ayuda a que nuestros hijos valoren también los beneficios de estas amistades.
CUARTO. Enséñalos a que den testimonio de su Fe.
Es importante que nuestros hijos sean valientes y no les de pena demostrar que son católicos.
Y para esto es importante que vean que a nosotros tampoco nos da pena tener esas manifestaciones públicas de la vivencia de la Fe.
Es hermoso ver que los niños y jóvenes asisten a misa, rezan el rosario, asisten a grupos católicos de formación y convivencia.
Pero también es hermoso ver que nuestros hijos pueden defender lo que piensan frente a algún profesor o algún compañero de la escuela que les diga que lo malo es bueno. Si lo logran hacer, entonces serán valientes y darán testimonio de sus valores y de su Fe.
Un punto importante que debo decir, es que no es necesario llegar a los golpes para defender la Fe, es mejor se inteligentes y dar testimonio con nuestra propia vida.
QUINTO. Y si no te hacen caso… Reza por ellos.
En toda familia, nunca falta un hijo que pase por una etapa rebelde o de falta de Fe y nosotros como papás debemos estar al pendiente de ellos.
Es importante que les expliquemos las dudas que tengan o que les aconsejemos cuando veamos que tiene problemas, pero llega un momento en que las cosas se salen de nuestras manos y parece que el problema no tiene soluciono.
Es ahí donde debe entra la oración. La oración de una madre por sus hijos es poderosísima y puede arrancarle milagros a Dios.
También es bueno que tomemos en cuenta la intercesión de nuestra Madre del Cielo que siempre está lista para ayudarnos y que bien sabe lo que sufre nuestro corazón de madre por un hijo que tiene problemas.
Cuando las cosas se salen de nuestras manos, es sólo Dios quien puede regresarlas a su cause natural y hacer que nuestros hijos vuelvan a la Fe.
No olvidemos que a Jesús le encanta que le pidamos, pero siempre sabe que es lo mejor para cada uno.
No perdamos jamás la esperanza en Dios y pongamos manos a la obra, educando a nuestros hijos para se peregrinos de este mundo, pero sobre todo para que algún día lleguen a ser ciudadanos del Cielo.
 Por: Silvia del Valle | Fuente: www.tipsmama5hijos.com




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domingo, 15 de octubre de 2017

Todo atentado contra la familia es un atentado contra la humanidad



Dios puso en el corazón del hombre y de la mujer el amor conyugal, el amor paterno y materno, el amor filial

Dios puso en el corazón del hombre y de la mujer, como instinto innato, el amor conyugal, el amor paterno y materno, el amor filial
En estos tiempos en que se habla tanto de derechos humanos y de crímenes contra la humanidad, la enseñanza de Pío XII nos muestra que atentar contra la familia es atentar contra la humanidad.
¿Cuántas leyes que atentan gravísimamente contra la familia están en discusión precisamente en este momento en el Parlamento chileno? Basta señalar los proyectos de legalización del aborto y de la violación de la patria potestad en lo que se refiere a la enseñanza.
Llama la atención que los que se dicen defensores de los derechos humanos están tomados por una especie de fiebre de demolición de esta institución fundamental y primera de la sociedad.
Por: Redacción | Fuente: accionfamilia.org




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